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sábado, 14 de abril de 2012

Sangre del sol.


Sangre Del Sol.


No podía dejar
de aspirar a los bosques,
nadie lo sabía,
me acurruque entre cacharros
al abrigo de la niebla,
todavía venteando
briznas de alcanfor,
en una ciudad
perdida.

Mis oídos empalmados
con los manantiales,
escucharon un graznido turbio,
y curtido en la alquimia
de las encrucijadas,
salí de los espejos,
a verterme por los bordes
de las calles,
hacia las alcantarillas.

Viaje por el drenaje
interminable,
dejando una franja roja
de sangre florecida,
que expandió sus tallos
sobre los hierros oxidados,
de las fábricas
que contaminan.

Y me volví maleza
en los Bancos de la codicia,
zurciendo un manto
de flores granates,
por donde el Espíritu
me conducía.

Goteé los adoquines
de briznas reverdecientes,
mutando en huella
las avenidas.

Abrazado a los árboles
llamé a los pájaros
peregrinos,
y meciéndome
en la grosura del trébol
me robustecía...

Hasta convertirme
en un bosque todo,
(dentro de esta carta de amor)
y dar lo que quedó
de mí
a los gorriones,
como migajas de pan
al sol…



Mauricio Escribano.


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