Amigos de mis poemas...

sábado, 17 de marzo de 2012

Eterna permanencia.

La ciudad quedó vacía,
la gente levantó velas
escapando del temblor
que llegó desde oriente.

El silencio echó sus sondas,
y las calles despobladas,
se convirtieron en pasajes,
indagados por el aire apacible
de los días ya sin prisa.

En los edificios del centro,
invencibles como estalagmitas,
se hospedaban los recuerdos.

Las flores y las plantas
salieron de las casas,
poblando aquella ausencia prodigiosa,
dónde reverberaba la vida.

Las noches caían
como lámparas de fuego,
y los días se escurrían
como serpientes del desierto...

Nadie supo que suerte
corrieron los humanos,
quizás algún pájaro
retornó a ellos
con una ramita de olivo...

Pero cada mañana,
el sol en la cumbre del alba
clavaba su pico en la noche,
y el fulgor del rocío intacto,
agradaba a la tierra.


Mauricio Escribano. (viejos poemas)




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