Amigos de mis poemas...

sábado, 17 de marzo de 2012

Un cuerno rojo.

En el sacerdocio
de mi soledad
me llega la hora
de probar
mi propia sangre.

El sorbo amargo
quema mi garganta
y aparto la copa
de mis labios.

Un cuerno rojo
emerge y se hunde
en un mar
de nubes negras
más negras que la noche.

Ni una estrella ha quedado en pie
sordos destellos
azotan las altas cumbres
ocultas en la tiniebla.

A oscuras
tragado por entero
las luces del pueblo
brillan como diamantes
en el fondo de un pozo ciego.

Solo el llamado de los grillos
se escucha clarito
dentro de este féretro.

Cuando vuelva a estar vivo
iré a ponerles claveles rosas
a todos los muertos…


Mauricio Escribano.




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